¿Sería diferente este estado de alarma en un entorno que no estuviera digitalizado?
En el aspecto laboral se teletrabaja, y el ocio está canalizado en las redes sociales y en plataformas como Netflix o Disney+ (que se ha lanzado esta semana).
¿y los podcast, o radio en streaming? ¿Y la última hora a tiempo real en los medios digitales?
El consumo de datos está en cifras de récord mundial. Hace unos días el Presidente del Gobierno contaba que el tráfico en internet durante el estado de alarma, había crecido un 80%. Y antes, los principales operadores alertaban del posible colapso en las redes, por lo que proveedores de contenidos como Netflix o de servicios como Google, anunciaban un descenso en la calidad de la definición de imagen con el fin de paliar esa demanda exponencial.
Pero he detectado que se ha confundido la situación de un estado de alarma, con una situación normal de teletrabajo. Un error que puede ocasionar más perjuicios de los que conlleva un confinamiento obligatorio. Por eso conviene dejar bien claro que no pasa nada por encontrarnos en un momento de estrés, descontrol o ansiedad. Porque la solución no es ocultar la realidad. No. La solución es aplicar nuestros conocimientos para solventar esta situación pasajera.
Hay que reconocerlo: no es un teletrabajo voluntario en la mayoría de casos. Por lo tanto ni estaba previsto, ni existía un hábito. Es muy probable que ni siquiera exista un espacio adecuado para realizarlo.
A ello se le suma que los empleados no tienen la posibilidad de salir a desconectar (aspecto clave en el trabajo a distancia), y con el estrés añadido de no poder salir a hacer actividades o juegos con los niños. ¿Y el estado de salud de amigos, familiares? ¿Y el miedo al contagio?
Seguramente hayas sufrido una interrupción durante una videoconferencia, o se te ha colado un tema personal en la reunión con un cliente. O has tenido la imposibilidad de concentrarte porque tienes que estar pendiente de lo que ocurre dentro de casa.
Por eso es necesario que sigas tu propio criterio de adaptación. En mi caso la solución fue enseñar a los niños a respetar mi zona de trabajo.
Se me ocurrió una forma sencilla, pero efectiva: si pone «no» con una carita triste no pueden ni entrar ni llamar; Si pone «sí» con una carita sonriente, y la puerta está abierta, pueden pasar. (ver imágenes):
Esta situación genera también un exceso de comunicación: sobrecarga de correos, llamadas y whatsapps. La sociedad se ve aislada en casa. Y, si antes teníamos dos reuniones al día, ahora tenemos cuatro. Porque no le ponemos el mismo valor al tiempo, no es igual una reunión donde tienes que desplazarte y calcular rutas, atascos, imprevistos… a una reunión en la que solo tienes que hacer click en un enlace. En estos momentos la mayoría de reuniones se programan sin margen de tiempo entre ellas. Reunión a las 16:00 con proveedor, a las 16:45 con cliente, y a las 17:3o con el equipo.
Si no controlamos esta sobreexposición en las comunicaciones, desarrollaremos ansiedad por no poder abarcar todo en el momento en que se pide. Si no controlamos estos niveles de estrés, puede derivar en una actitud agresiva con los demás. Y si no canalizamos esa tensión, probablemente acabe en un cuadro depresivo en el que no solamente no somos productivos, sino que quizá seamos stoppers del resto del equipo.
Por eso este estado de alarma, al margen del absoluto drama humano que se está viviendo (desde aquí mando mis condolencias a las familias de los fallecidos y mi reconocimiento a los héroes que dan la batalla cada día para protegernos), es un acelerador de la transformación digital. Un empujón drástico y cruel, pero que situará a España en un nivel de economía digital mucho más elevado que a los países de su entorno, y el motivo no es otro que la costumbre, el proceso de adaptación que se iba a producir de forma natural en cinco años, ha llegado en dos semanas.
España ha evolucionado por la fuerza hacia otro modelo de gestión online, porque no es solo el trabajador que se conecta desde su casa a la plataforma interna de la empresa. No es solo la ejecutiva que se engancha a las series en HD. Tampoco es el estudiante que descubre que puede compartir proyectos con el profesorado y con los compañeros.
Es la señora o el viudo que vive solo, y que iba a comprar a diario lo que necesitaba, pero que ahora no puede y su hijo le hace los pedidos. Porque ese señor o esa señora acabará diciéndole a su hijo que lo haga siempre. Y será el nativo digital el que haga esa compra en nombre de una usuaria que jamás operaría online con sus 76 años. Pero que factura y suma al volumen de operaciones de ecommerce en España.
Y, por último, este estado de alarma digital nos ha traído una realidad que no todos veían, y es que los profesionales digitales se consideraban un gasto prescindible cuando viniesen malos momentos. Y ahora se ha demostrado que son imprescindibles, precisamente, en las situaciones de mayor incertidumbre.
Let´s Marketing te puede ayudar con las necesidades que tenga tu empresa en este momento. Y a preparar la recuperación que tendremos en breve. Campañas, gestión de la nube, imagen, posicionamiento, reseñas… todo lo que antes era importante, ahora es fundamental.
Mucho ánimo y resiliencia para afrontar esta situación temporal.